Qué sentirán los homofóbicos si nos pitorrearamos en el funeral de sus «putas madres»

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Hace unos días trascendió una nota en la que dos hombres confesaban haber asesinado a un «jotito» que no les quiso pagar por sus servicios sexuales. A continuación el link a la nota con video:

Entre risas, confiesan haber matado a un homosexual

Además de la tragedia, los lectores fuimos testigos de la lamentable actitud de los reporteros, quienes sin ningún profesionalismo, interrogaron a los presuntos homicidas en un tono casi de «camaradería».

Si bien los criminales resultaban patéticos al realizar sus declaraciones entre risas, lo que más indignación causó fue la evidente poca preparación con que los comunicadores realizaron su labor al levantar la información.

De la boca de estos «periodistas» salían frases como «¿No se la diste a oler?», «¿Pero si le cumpliste?».

Además de estas preguntas, la situación «divertida» en la que se parecían encontrar tanto criminales como reporteros, era simplemente deprimente. Pero también reveladora.

¿Por qué reveladora? A lo largo de mi vida, al trabajar siempre rodeado de una sociedad conservadora, me he dado cuenta que existe un argumento en contra de quienes afirmamos que la homofobia sí existe, muchas veces he escuchado que me acusan de «exagerar» y de ver actitudes homofóbicas hasta debajo de las piedras.

La realidad es que la homofobia sí existe y en México es patente en casos como el de este video. Es un simple ejemplo del ambiente en el que vivimos los gays y lesbianas mexicanos. Nuestras necesidades no sólo no importan a las autoridades, nuestros congéneres nos perciben como algo seres inferiores cuya vida no tiene valor.

Imaginen (Dios no lo permita) que sus madres deciden pagar por sexo a dos hombres jóvenes. Tal vez porque sean viudas o tal vez porque sus esposos ya no les respondan sexualmente. Sus madres, como cualquier mujer y ser humano, tienen derecho a vivir la vida sexual en plenitud. Pues bien, sus madres contratan a estos hombres, obviamente no le informan a nadie de la familia pues consideran que es parte de su intimidad.

Luego de un rato de sexo quedan insatisfechas y reclaman a los hombres, estos se niegan a satisfacerlas y arremeten contra ellas. Las golpean, asfixian y finalmente asesinan, luego avientan sus restos en una zanja lejos de la ciudad.

Ahora respondan las siguientes preguntas:

– ¿Les pareció gracioso?

– ¿Sus madres merecían este horrendo tipo de muerte?

– ¿Está mal que los gays y las madres contraten sexoservidores?

– ¿Los hombres heterosexuales son los únicos que pueden contratar sexoservidoras?

– ¿Qué sentirían si llamáramos a sus madres «putas»?

– ¿Les gustaría que mientras sacan el cuerpo de su madre del SEMEFO les preguntemos: «¿Le dieron a oler la verga a tu madre?¿Tu madre abrió las patas?¿Se la metieron bien duro?»

Si sintieron feo los comprendo, sería horrible que algo así sucediera y que los demás nos comportáramos como bestias. Pues bien, eso mismo es lo que pasa cuando un «jotito» muere de esta terrible forma. En primera dejen de usar el término «jotito» (eso va para todos); luego, se trata de un ser humano como cualquiera y por lo tanto merece una muerte digna, nadie tiene derecho a terminar con su vida y luego pitorrearse como si se tratara de una película de Tarantino… eso es ficción señores, la realidad la construimos nosotros y deberíamos aprender a respetarnos.

Finalmente, me encantaría saber los nombres de esos que se rieron ante la tragedia de «Michelle», en Ciudad Juárez, Chihuahua; luego esperaría a que llegue el día en que sus madres mueran y asistiría al funeral para recordarles lo «divertido» que alguna vez les resultó la muerte.

Nota: Lamento si con mis palabras ofendí o lastimé a mis lectores, era la intención. A veces no nos damos cuenta del dolor que hacemos hasta que lo vivimos en carne propia. Para mi ninguna mujer debería ser llamada «puta» y ningún homosexual «jotito». Utilicé los términos y el tono agresivo como herramientas de este post.

Por @CriSzis