Como cuando los homofóbicos nos matan por «paranoicos»

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Este lunes se cumplieron 3 años de la muerte del joven chileno Daniel Zamudio. A él 4 homofóbicos lo mataron a golpes. La tragedia conmovió a Chile y provocó que se legislara en torno a los crímenes de odio por homofobia y que sus victimarios recibieran distintas condenas, según su grado de culpa.

En México las cosas no son menos graves; hace algunas semanas un par de sujetos confesaron entre risas haber matado a un «jotito». A continuación la nota con video: «Entre risas, confiesan haber matado a un homosexual» Las cifras nos indican que por ejemplo, en la Ciudad de México el segundo grupo más discriminado son los gays. Esto según la última Encuesta Sobre Discriminación de la Ciudad de México, levantada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México en 2013 (COPRED).

No obstante los terribles testimonios y lamentables cifras. Todavía existe quienes califican de paranoicos a los homosexuales. Aseguran que percibimos homofobia hasta en la sopa y que nuestras acusaciones carecen de fundamento.Sin embargo esos mismos juicios son en sí muestras de homofobia.

Hace algún tiempo un comunicador me preguntó si ciertas actitudes de su personal me parecían homofóbicas, yo le respondí que sí pero que no tenía caso reprenderlos por ello.

Cuando confrontamos a los homofóbicos y les hacemos ver directamente su falta, la única respuesta que obtendremos será negativa. Primero les parecerá irritante tener que atender las necesidades de los «maricones», que según la educación conservadora tradicional, son inferiores a ellos. Luego crearán un sentimiento de rencor por las «consideraciones» y privilegios que no merecen hombres que gustan de tener sexo con otros hombres. Finalmente intentarán todo para no atender las observaciones sobre su comportamiento homofóbico.

Antes de aceptar su error, los homofóbicos son capaces de establecer toda una red de acción para lograr sacar del camino a los gays que se interpongan en una vida sin «enfermos» que según ellos lo único que buscan es envenenarlos y apoderarse de lo que por «derecho divino» les pertenece.

Es cuando surgen las alianzas entre homofóbicos, algunos se unen para intimidar al homosexual en cuestión, otros para lograr que lo despidan de su trabajo, unos más para acorralarlo durante la noche y darle una buena golpiza «para qué aprenda», otros más utilizan los recursos jurídicos que un gobierno homofóbico les brinda, demandando a los homosexuales, acusándolos de «problemáticos».

Es aquí donde vemos reflejado su verdadero miedo, la real y más clara homofobia. Los homofóbicos piensan que los gays somos origen de un virus y que somos capaces de matarlos con tal de lograr nuestros «sucios objetivos». Para ellos y ellas, que odian a los gays, no hay otra alternativa que exterminarnos.

El otro día recibí la llamada de un colega. Me contó que el abogado de la empresa para la que antes trabajaba le llamó para amenazarlo, le indicó que no podía decir nada sobre el maltrato sufrido por su ex jefa, le recordó que había firmado un documento en el que aceptaba que nunca había sido víctima de homofobia ni de ningún tipo de discriminación.

El abogado le advirtió que de lo contrario se arrepentiría y burlonamente le hizo ver que la sociedad y las autoridades mexicanas creerían más en un buen nombre, de una organización liderada por heterosexuales de bien, sanos, con parejas estables, hijos y contactos importantes en la política.

Mi amigo me confesó estar arrepentido de haber firmado dicho documento pero «¿Qué más podía hacer?»- me preguntó-.

Y es que la sociedad mexicana percibe a los gays, lesbianas y transexuales como ciudadanos «problemáticos».

Como en la actualidad nos hemos hecho más visibles y la lucha por nuestros derechos está cada vez más presente, los homofóbicos no lo pueden soportar y argumentan que sólo somos un «problema».

A diferencia de los homofóbicos, yo no tengo miedo. Todos los días camino con la frente en alto, no tengo nada que ocultar.

Aunque conservo mi intimidad como un tesoro preciado, no lo hago por que me avergüence de lo que pase en mi cama, simplemente se trata de algo que no es de interés público.

Espero que todos ellos que nos llaman «paranoicos», nunca tengan que sufrir por la muerte de un ser querido a manos de un grupo cuya única motivación fue el odio.

Nota: Esto no es una amenaza para nadie. Son libres de interpretar lo que quieran tanto como yo de escribir lo que me plazca.

kilo Por @CriSzis